En un segundo la emoción y la frustración en Cowboys vs Redskins
Billy estaba sentado en la esquina oeste del Fedex Stadium, había recorrido más de mil kilómetros desde Dallas para ver el debut de su equipo en la temporada. Pasar por más de diez estados, más de cincuenta ciudades y diversos paisajes por el fanatismo con su equipo.
Era otra temporada de ilusión para los Cowboys, un equipo con estrellas que prometían daban en la previa la sensación de que este año se podía volver a los buenas épocas de antaño.
En la primera mitad la decepción había llegado a Billy de repente, cuando de un error de los entrenadores al mandar una jugada cuando quedaban cuatro segundos, terminó en touchdown para los Redskins. Pero ya se había recuperado por que la defensiva de su equipo estaba un haciendo un gran partido y el encuentro estaba parejo, cuando Miles Austin atrapó el pase de Tony Romo para anotar en el tercer cuarto.
Rodeado a el tenía a una multitud de fanáticos de Washington que le gritaban al oído: “Go Redskins!! o sino “Let´s Go defense”, lo que hacía que este tejano se enoje y les haga recordad la paternidad de su escuadra sobre la franquicia de la capital estadounidense.
Llegaba la última serie ofensiva y a pesar de todo Billy la ilusión de ganar el partido y de que Romo se ponga en la piel de Roger Staubach era algo que quería ver y dedicárselo a los fans contrarios que lo habían criticado todo el partido.
La ofensiva venía bien, dos pases buenos al novato estrella, Dez Bryant, presagiaba una remontada. Pero un par pases errados y quedaron en cuarto down, con la presión de que si el balón se caía se terminaba el partido. Pero Romo fue inteligente, aunque peor fue lo de la defensa de los Redskins, que no marcó a Miles Austin y este logró el ansiado primer down, que dejó a este fanático emocionado y exaltado.
Eran cuatro oportunidades más, pero el mariscal de Dallas no pudo conectar, el reloj ya se moría y si los Cowboys acertaban una jugada se llevaban una victoria importante y que hasta ese momento era inmerecida.
Tres segundos en el reloj, el marcador 13-7, cuatro receptores de lado de la visita y la mayoría de los secundarios de Washington en el end-zone para cortar la jugada. A la cuenta de uno salió el ovoide y la presión de la defensa se hizo sentir, aunque Romo con unos buenos regates se escapó de los linieros de 150 kilos. El reloj ya estaba en cero, la gente local asustada y Billy con la cabeza esperando el milagro. Después de escapar de los grandotes salió el pase que cayó a las manos de un solitario Roy Williams para el touchdown. Nuestro fanático se exaltó, comenzó a saltar en su butaca desaforado, hasta que volvió a ver el campo de juego. Ya no estaban los jugadores de Dallas festejando, sino que los que los hacían eran los de amarillo y bordo. Pero en ese segundo ve las manos arriba de McNabb, mariscal rival, festejando y no entendía nada. El juez había sancionado falta en ataque de Alex Barron, quien ya había cometido una en el primer cuarto y era el jugador más propenso del equipo a equivocarse.
La cara de Billy se transfiguró, su expresión de felicidad y de auto superación ya se había esfumado. Por culpa de un error propio era la primera caída(13-7) de su equipo en el torneo, no era un buen comienzo y para nuestro fanático la frustración de por el momento no tener ganas de recorrer más estados para ver a sus amados Cowboys.
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