“Es el mejor prospecto de jugador juvenil que existe y el mejor jugador que he visto en mi vida”, declaraba Woody Hayes, entrenador en jefe de los Buckeyes en ese entonces. Y no estaba equivocado, por que en el equipo de Columbus Archie corrió para más de 1,300 yardas en cada una de sus últimas tres temporadas en Ohio, convirtiéndose en el primer jugador en liderar la división Big Ten en yardas por tierra en tres temporadas consecutivas. Además tiene la marca de correr más de 34 veces en un partido la cantidad de 100 yardas. Las declaraciones de Hayes también van de la mano que con el corredor su equipo ganó en cuatro años 40 partidos.
Con todo eso fue elegido el jugador del año dos veces, junto con los trofeos Heisman, además del premio Walter Camp y el Premio Maxwell. Con esos palmares y honores los Cincinatti Bengals lo eligieron en el Draft 1976(24 en el global).
Griffin jugó siete temporadas en la NFL, pero no pudo hacer el tipo de impacto que cabría esperar de un jugador dos veces ganador del premio más prestigioso del fútbol universitario. Después de ganar un poco más de 2,800 yardas con los Bengals, Archie terminó su carrera en la USFL.
Archie Griffin entró en la historia en la NCAA, en 1986 lo eligieron en el salón de la fama del fútbol americano universitario y hoy es el presidente de los ex jugadores de Ohio State. Pero en la liga más importante de Estados Unidos, en donde se creía que podía triunfar, Griffin hizo mucho ruido y pocas nueces.
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