lunes, 13 de septiembre de 2010

Ernie Davis y Jesse Owens símbolos de la igualdad y el deporte


Corrían los primeros días de agosto del año 1936, se estaban disputando los Juegos Olímpicos de Berlín, unos de los juegos más polémicos de la historia, por la ideología nazi que se transmitía. Pero por aquellos días no se esperaba que aparezca una de las más grandes estrellas de la historia de los JJ.OO y del atletismo: Jesse Owens. Este afroamericano consiguió cuatro medallas en diferentes disciplinas del atletismo y ante la atenta mirada de Adolf Hitler en el palco, venciendo a la gran raza aria que se pregonaba de ese entonces.

Veintiséis años después de la hazaña de Owens, se disputaba en Texas el Cotton Bowl, en donde se enfrentaban la universidad de dicho estado y la de Syracuse, que tenía a tres jugadores negros en sus filas. John Brown, Art Baker y Ernie Davis eran los atletas afroamericanos de los Naranjas.
Por esos entonces, la lucha por la igualdad racial era el gran problema de la sociedad estadounidense. Eran tiempos de Martín Luther King, Malcolm X y Ernie Davis, si el jugador de Syracuse, que era el gran símbolo deportivo de la raza negra en los principios de los 60´.

En esta final jugaban los dos equipos más importantes del momento y el encuentro disputado en Texas prometía ser terrible, ya que en dicho estado se encontraba el foco del racismo en Estados Unidos y para los habitantes del estado sureño el fútbol americano es una religión.
A Brown, Baker y Davis lo habían mandado a una pensión en la ciudad, ya que en el hotel no los aceptaron. Pero el gran problema era Davis, que según informaba el gobernador de Austin, temía que si el jugaba provocaría un desorden civil entre ambas razas.
Pero el coach Ben Schwartzwalder lo puso igual. En la primera mitad “El Expreso de Elmira” hizo estragos en la defensa texana, pero cada vez que lo tacleaban se desataban trifulcas y peleas entre jugadores de ambos equipos. Los árbitros por miedo a un desborde de la tribuna tiraban a favor de los Cuernos Largos, lo que hacía todo más engorroso.

El final de la primera parte finalizó con una lucha entre los jugadores, lo que provocó a Schwartzwalder a sacar a la estrella negra de la cancha en la segunda mitad.
Pero sobre el final, cuando su equipo sufría y podía perder el partido, Davis ingresó a la cancha y en la primera jugada devolvió una patada de toda la cancha, eludiendo a todos y anotando un touchdown para poner arriba a su equipo. Pero esto no era todo, cuando Texas se rifaba su última chance de anotar, Ernie deflectó la pelota dejando sin chances y dándole el campeonato nacional para los Oranges de Syracuse.

Cuenta Owens en su autobiografía que: “Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús. Volví a la puerta de atrás. No podía vivir donde quería. No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente.” Algo similar le sucedió a corredor de los naranjas, ya que al final del encuentro los dueños del restaurante que iban a ser la ceremonia a los campeones, no lo dejaron entrar a el y a sus compañeros por ser negros.
Davis al igual que Owens en Berlín 1936 fue ovacionado por la gente que lo insultó todo el partido, fue elegido MVP del juego y ganó el premio Heisman, el más importante a nivel colegial y fue el primer afroamericano en conseguirlo.

Estos dos atletas fueron héroes en su día y aunque después de eso la discriminación siguió cambiaron algo en la cabeza de los que los estaban viendo. Owens pudo vivir algo de eso, aunque Davis no tuvo la misma suerte, falleció de leucemia tres años, pero todos lo recordaran como “El Expreso de Elvira” que atravesó fronteras inimaginables para gente de su raza en el lugar más hostil para un negro en los Estados Unidos.




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